El director de esa joyita llamada a las 7:35 de la mañana y del esperadisimo largo (por ¡EpS!) Los Cronocrímenes, Nacho Vigalondo (http://blogs.elpais.com/nachovigalondo/), aconseja a todos aquellos soñadores que quieren empezar en el mundo del cortometraje y no hacer papelones en el intento. Vamos, impriman estos nuevos mandamientos (he subrayado los impostergables para realizadores peruanos) y coloquelos detrás de su acrilicas claquetas, antes de que sea demasiado tarde:
No hagas que tus personajes interrumpan una conversación para encender un cigarrillo y dar la primera calada. Puede dar información acerca del carisma del personaje, pero a base de robársela al director.
Si tus personajes se enfrentan en un duelo, no uses el tema principal de El bueno, el feo y el malo. Tampoco parodies el estilo de Leone. Ya es suficiente.
Si hay un striptease femenino, no uses el tema de Joe Cocker You can leave your hat on, si hay uno masculino, no hagas referencias a Full Monty.
Que alguno de tus personajes sea cinéfilo es bastante peliagudo. Si lo es, nada de decorar su casa con posters de Manhattan, Taxi Driver o La Naranja Mecánica.
Por cierto. Nada de parodiar la escena del espejo de Taxi Driver. Nada. Fuera.
Un cinéfilo no lo es cada segundo, un artista no es continuamente un artista, un gangster no lo es siempre, una mujer seductora no lo es en todo momento.
Ningún personaje tiene la necesidad de parecer lo que es. Y a la hora de engañar al espectador, no es necesario que parezca lo contrario.
A ser posible, que ningún hombre del cásting lleve melena o perilla. Canta a colega del director.
Intenta no utilizar niños como símbolo de inocencia y ancianos como símbolo de perversidad.
Intenta no utilizar niños como símbolo de perversidad y ancianos como símbolo de inocencia.
No eres un yonki (drogadicto), ni un vagabundo, ni una prostituta. Posiblemente no has conocido jamás a un vagabundo, ni a un yonki ni a una prostituta. No lo olvides a la hora de retratar yonkis, vagabundos y prostitutas.
Si quieres retratar un núcleo familiar en decadencia, nada de “Ella cocina mientras él ve la tele con una cerveza en la mano”.
¿Recuerdas el último cortometraje que has visto con el suicidio como tema central? Yo tampoco.
Hay cafeterías encantadoras en el mundo real. En el cine casi nunca lo son.
Cagarla en un diálogo dramático es una jodienda. Cagarla en uno costumbrista es mortal. Nunca recurras a clichés del tipo “A mí me encanta el café con dos terrones” “No me importa mojarme cuando llueve”.
Si quieres hacer un corto acerca de cómo la imaginación, la esperanza y la inocencia batallan contra la cruda realidad, tú mismo. Pero ten en cuenta que lo seguro es que compartas el mismo tema con otros catorce cortos en una sesión de veinte.
Aunque parezca increíble, el problema no está en la resolución “todo era un sueño” sino en lo que viene después. Por ejemplo “todo era un sueño” seguido de “pero la realidad es como el sueño” tiende a ser una ruina argumental.
Lo normal es que las parodias del cine de gangsters clásico evidencien que el autor no ha visto jamás cine de gangsters clásico, tan sólo otras parodias de cine de gansters clásico. No se me ocurre ninguna excepción.
Nunca empiezes con un tema de piano sobre fondo negro. NUNCA. JAMÁS. JA-MÁS.
Archivos MIDI imitando música orquestal. Allá tú.
Si recurres a música clásica (libre de derechos, vamos) intenta buscar un tema desconocido, o al menos que no aparezca en los CDs que regalan las cajas de ahorros. Así Habló Zaratustra, el Canon de Pachelbel… Fuera, fuera.
Cuanto más amateur es un corto, más ceremonioso, pesado y lento es el arranque, en demasiados casos: Créditos de inicio rimbombantes, complicadas animaciones 3D con el nombre de la productora, prólogos, introducciones… Desde el segundo cero hasta el primer punto de interés de un guión, tu película está cayendo cuesta abajo en la capacidad retentiva del espectador… Y del jurado.
La fórmula “una película de” sólo tiene sentido como elemento promocional. No tiene ninguna gracia que unos créditos empiecen con el rótulo “Un cortometraje de Ambrosio Peñarrosada”. ¿Quién es Ambrosio Peñarrosada? Nadie sabe quién es. Un tío que ha decidido que su autoría sepulte la del resto de su equipo sin que su nombre, a cambio, aporte ningún interés al producto.
Títulos de crédito interminables: Las televisiones los odian, el público de las sesiones los odian, los jurados no los ven.
Títulos de crédito interminables: Las televisiones los odian, el público de las sesiones los odian, los jurados no los ven.
Fotos del rodaje: Sólo un dos por ciento de las fotos de rodaje que se hacen al año no son espantosas. Tanto en cortos como en largos. Por favor, señores directores, no se saquen fotos mirando por el visor de la cámara. Ya está bien.
Si tu película es una comedia, el título no tiene por qué ser gracioso en sí. Si es un corto de terror, no tiene por qué dar miedo per sé. Si estás haciendo un drama, no es necesario que nos haga llorar con su mera lectura. Los intentos en estas categorías suelen ser catastróficos.
Por favor, no hagas sinopsis en las cuales se explique el mensaje del corto, o el subtexto, o el tema de fondo. “la soledad y la incomunicación inducidas por la ignorancia son la base de un relato en el que… “. Es ridículo y cobarde. Si tu corto dice algo, que lo demuestre por sí mismo. Si eres un buen director, no hables por tu película. Deja que hable ella.
De igual manera, cuidado con los rótulos al final de un corto-denuncia explicitando la tragedia sobre la cual has hablando. La frontera entre la concienciación y el oportunismo aquí es más delicada que nunca.
Y nunca olvides la gran máxima, la verdad que hay asimilar en los momentos más decisivos en la formación de todo cineasta, uno de los pilares de la sabiduría y el conocimiento y la hoja de ruta en el camino hacia la luz y la gloria: Tu cortometraje a lo mejor es una puta mierda.
Visto antes acá: http://www.obuxo.net/wordpress/index.php/archives/2005/10/21/pequeos-consejos-para-cortometrajistas/
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